LA CARRETERA MUERTA - Gabriel Oca Fidalgo


Hay libros que no se leen, se sobreviven. La carretera muerta, de Gabriel Oca Fidalgo, es uno de ellos. Y no, no es una frase de postureo literario para quedar bien: lo he leído y aún estoy procesando el viaje (vaya viaje). Publicado originalmente en 2008 y rescatado este 2025 por Papelillo Editorial, este libro es de esos que huelen a calle, a memoria, a vértigo. No hay trampa ni cartón: lo que vas a encontrar aquí es pura vida vivida.

La premisa es sencilla, pero el impacto es brutal. Seis relatos autobiográficos, seis pedazos de realidad que Gabi te lanza a la cara sin filtros ni anestesia. Nos coge del cuello y nos lleva a finales de los ochenta, a esa época donde la heroína corría más rápido que los sueños. Si creciste en esos años, reconocerás muchas cosas. Si no, prepárate para una lección de historia a pie de calle, de esas que no aparecen en los libros de texto.

Lo que más me ha flipado es la sinceridad con la que está escrito. Gabi no se victimiza, no pide perdón, no justifica nada. Simplemente cuenta. Y lo hace con una voz tan cruda, tan directa, que sientes que alguien te está hablando desde dentro de un bar a las tres de la mañana, con la voz rota y un cigarro consumiéndose entre los dedos. En esos relatos no hay distancia entre escritor y narrador: lo que lees es lo que fue, lo que duele, lo que marcó para siempre.

El estilo es otro de los puntos fuertes. Nada de frases azucaradas, nada de ornamentos innecesarios. Gabi escribe como quien corre cuesta abajo y no tiene tiempo de pensar si va a tropezar. Un ritmo rápido, eléctrico, sin concesiones. Y ojo, que no es que falte cuidado: es que lo suyo es puro instinto. Paco Gómez Escribano, que firma un prólogo “niquelao” en esta nueva edición, lo compara con “un Bukowski aumentado, como si el americano hubiese sido yonqui en vez de borracho”. Y sí, no se me ocurre una definición mejor. La diferencia es que aquí la mugre es real, las esquinas tienen nombre y apellido, y el polvo de las carreteras muertas te lo comes entre dientes.

Otra cosa que sorprende: no es todo oscuridad. Podrías pensar que un libro que habla de yonquis, pérdidas y carreteras que llevan al borde del abismo es un muro de desesperanza, pero no. Entre tanta ruina, Gabi deja espacio para el humor. Humor negro, claro, corrosivo y preciso, de ese que te arranca una carcajada cuando menos te lo esperas. Esa capacidad de equilibrar la tragedia con la risa es lo que hace que La carretera muerta no te hunda, sino que te revuelva. Y eso es mucho más difícil de conseguir de lo que parece.

Aquí también hay que aplaudir a Papelillo Editorial, que ha tenido la valentía de rescatar este libro cuando parecía condenado al silencio. Publicada en abril de 2025, la reedición es casi un acto de justicia literaria. La portada, ilustrada por Albert Fetén, es otro acierto: una cabina telefónica de las de antes, de esas que ya casi no existen, pero que aquí cobran un significado especial porque también aparecen en uno de los relatos. Es un golpe de nostalgia en toda regla, un recordatorio visual de una época que se ha ido pero que, gracias a libros como este, sigue viva.

Si te gusta la literatura que se arremanga y mete las manos en el barro, este libro es para ti. Si eres fan de Bukowski, de Henry Miller, de Mansilla o de Cussà, aquí vas a encontrar otra voz que merece estar en esa misma liga. Pero incluso si no te van esos autores, te aviso: Gabi escribe con tanta autenticidad que acaba atrapándote igual. No hay pose, no hay romanticismo impostado, no hay edulcorantes. Esto no es ficción disfrazada de crónica: es un trozo de vida arrancado a dentelladas.

Terminas La carretera muerta con la sensación de haber acompañado a alguien en un viaje del que no sabes si va a salir entero… y, de paso, descubres que tú tampoco sales indemne. Hay libros que te dejan igual que estabas antes de abrirlos; este no. Este te deja una marca. Una de esas cicatrices que no se ven, pero que sabes que están ahí, bajo la piel.

Así que, si estás buscando literatura blanca, amable, perfecta para acompañar un café con leche… olvídalo. Esto es otra cosa. Aquí hay bares que ya no existen, noches infinitas y recuerdos que duelen. Pero también hay humanidad, amistad, ternura y, sobre todo, verdad. De esa que casi nunca encontramos en los escaparates.

Gracias a Papelillo Editorial, Gabriel Oca Fidalgo vuelve a estar donde merece: en las estanterías y en la conversación. Y si me permites el consejo, hazte con él. Léelo despacio, deja que cada relato te atraviese, que cada palabra te pese un poco. Puede que no salgas ileso… pero te prometo que no te arrepentirás de haber cogido esta carretera muerta.


Jose Núñez


Título: La carretera muerta

Autor: Gabriel Oca Fidalgo

Editorial: Papelillo Editorial 

Páginas: 192

Fecha de publicación: abril 2025


Comentarios

  1. Espero salga el comentario, tronco. Me abrieron un blog des'tos en dos ocasiones y ahí sigue muerto de risa porque no me cosco. En fin colega, gracias por el articulo, y por las palabras, porque las comparto todas. Si algo me gusta, me llega y me llena cuando me comentan este mi primer libro, es que se partieron la caja con leyéndolo, o al menos en muchos de sus pasajes porque entre otras muchas cosas, esa es la primordial, la que buscaba, escapar del pobre de mi. Un abrazo desde León, Abrazo Solidario, que decía el inolvidable David González. Lo comparto en el feisbu, que lo vean los colegas y tal.

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