Me olvidé del cielo, de Pere Cervantes, es una novela que parece diseñada para leerse mientras uno se imagina caminando por las calles de la Barcelona de 1923. Y es que esta obra no es solo una novela negra cargada de tensión, sino también un retrato memorable de una ciudad que, en su efervescencia social, política y cultural, no tiene nada que envidiar a las grandes ciudades más cinematográficas del mundo.
La trama arranca con una desaparición en el emblemático cine Coliseum de Barcelona. Cristina Nomdedeu, la hija de un magnate textil de Barcelona, es raptada sin dejar rastro alguno. Pero lo que comienza como una investigación sobre una joven desaparecida pronto se convierte en un polvorín de tensiones sociales, secretos familiares y oscuros rincones del alma humana. Aquí es donde entra en escena nuestro protagonista, el inspector Basilio Bosc, quien regresa a Barcelona tras pasar cinco años en Madrid. Este regreso no es un simple cambio de destino laboral: es una confrontación con los demonios del pasado, con una ciudad que ha cambiado tanto como él mismo.
Uno de los mayores aciertos del autor en esta novela es su capacidad para convertir la ciudad en un personaje más. No estamos ante una Barcelona turística y amable; esta es la Barcelona de los años veinte, llena de contrastes. En sus calles conviven las luces del progreso con las sombras del Distrito V, más conocido hoy como el Raval, un hervidero de criminales, marginados y almas perdidas. Pere Cervantes recrea esta atmósfera con un detalle que resulta palpable. Al leer, es fácil imaginarse a uno mismo sintiendo el eco de un disparo en una callejuela oscura.
Pero Cervantes no se limita a describir escenarios; los usa para reflejar las tensiones de la época. La Barcelona de 1923 no es solo el telón de fondo de la historia; es un espejo de los conflictos que sacuden a sus personajes. El auge del anarquismo, la corrupción y la violencia se entrelazan con la trama principal, enriqueciendo la narrativa y dándole una profundidad que trasciende el género negro.
El inspector Basilio Bosc es un personaje fascinante. No es el típico detective cínico y duro que uno podría esperar en una novela negra, aunque ciertamente tiene sus cicatrices emocionales. Bosc es un hombre atrapado en sus propios sentimientos. Su regreso a Barcelona lo enfrenta a recuerdos dolorosos y relaciones complicadas, especialmente con Joana, una figura clave en su pasado. A lo largo de la novela, vemos a un Bosc que, a parte de intentar resolver un caso, trata de encontrarse a sí mismo.
La complejidad de Bosc añade una capa extra de interés a la novela. No es un héroe perfecto, pero eso lo hace aún más real. Su vulnerabilidad, sus dudas, sus errores: todo esto lo convierte en un personaje que el lector llega a entender y a querer. Y cuando su mundo se tambalea por los golpes de la vida, es difícil no sentir empatía por él.
Aunque Bosc es el centro de la historia, Pere no escatima en la creación de un elenco de secundarios memorables. Entre ellos destaca el Gabacho, un ladrón de los bajos fondos que, pese a su dudosa moralidad, se gana rápidamente un lugar en el corazón del lector. Su relación con Bosc, cargada de respeto mutuo y algo de nostalgia, añade una dimensión extra a la trama que complementa perfectamente la investigación.
Cristina Nomdedeu, la joven desaparecida, es otro personaje interesante, aunque su presencia es más simbólica que física. Cristina no es solo una víctima pasiva; es una pieza clave en un entramado de secretos y mentiras que Cervantes desentraña con maestría.
Otro de los atractivos de Me olvidé del cielo es su habilidad para mantener al lector atrapado entre sus páginas. La trama avanza a un ritmo perfecto: lo suficientemente rápido como para evitar que decaiga el interés, pero también con pausas que permiten saborear los detalles. Los giros de la historia están tan bien ejecutados que siempre logran sorprender por cómo se desarrollan.
La prosa de Cervantes es ágil, envolvente y llena de imágenes que quedan grabadas en la mente. Hay momentos trepidantes, pero también pasajes de introspección que invitan a la reflexión. Porque, al final, esta no es solo una historia sobre un caso criminal; es también una exploración de los miedos, las esperanzas y las contradicciones humanas.
Sin entrar en los temidos spoilers, el desenlace de Me olvidé del cielo es tan satisfactorio como emotivo. Cervantes logra cerrar todos los cabos sueltos de la trama sin caer en soluciones fáciles o forzadas. Al terminar la última página, uno tiene la sensación de haber viajado junto a los personajes, de haber compartido sus victorias y sus derrotas. Y, lo más importante, de haber aprendido algo sobre ellos y sobre uno mismo.
Aunque Me olvidé del cielo se enmarca dentro del género de la novela negra, es mucho más que eso. Es un retrato histórico, un drama humano y, en última instancia, una reflexión sobre cómo el pasado moldea nuestro presente. Los temas que aborda (la familia, el amor, la pérdida y la lucha por la justicia) son universales, y Cervantes los trata con mucha sensibilidad.
En un mundo literario donde muchas novelas negras parecen cortadas por el mismo patrón, Me olvidé del cielo destaca por su originalidad, su profundidad y su capacidad para emocionar. Pere Cervantes ha logrado crear una obra que deja una marca indeleble en el lector. Si buscas una historia que te haga pensar, sentir y, sobre todo, disfrutar, este libro es para ti.
Así que ya sabes: hazte con un ejemplar, busca un lugar cómodo y prepárate para perderte en las calles de la Barcelona de los años veinte. Pero ten cuidado: una vez que entres en este mundo, es posible que, al igual que Basi, te olvides del cielo.
Título: Me olvidé del cielo
Autor: Pere Cervantes
Editorial: Destino
Páginas: 496
Fecha de publicación: octubre 2024
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