ANTES DE ABANDONARLO TODO - Jerónimo García Tomás


He terminado Antes de abandonarlo todo de Jerónimo García Tomás y todavía estoy intentando quitarme de encima el polvo y el olor a gasolina que deja en la piel. Hay novelas negras que buscan reinventar el género, otras que simplemente lo repiten sin alma. Y luego están las que, como esta, no necesitan levantar la voz ni disfrazarse de nada: simplemente cuentan lo que tienen que contar, con precisión, con una voz seca, contenida, dura como el desierto californiano por el que se mueven sus personajes. Es una historia que avanza como un coche de segunda mano por la carretera: con la carrocería oxidada, pero el motor intacto.

Jerónimo García Tomás ha escrito una novela con ecos a Jim Thompson. Es una novela sólida, cortante, precisa. De esas que saben dónde poner cada palabra. Y sobre todo, cuándo callar.

La historia se centra en Curt, un sabueso al servicio de la mafia. Le encargan localizar a Jack Aldrich, recién salido de prisión tras cumplir condena por complicidad en un asesinato y conspiración. Jack desapareció llevándose cien mil dólares que no le pertenecían. Lo que debería ser un trabajo más se transforma pronto en una persecución implacable, y también en un recorrido emocional que no se verbaliza, pero se intuye. Curt no es un héroe ni un antihéroe de manual. Es un hombre de principios escasos, pero firmes. Un tipo duro, silencioso, al que no le interesa gustar. Y quizá por eso mismo, resulta tan convincente.

La ambientación es uno de los grandes aciertos de la novela. Todo ocurre en un Los Ángeles sucio, deslucido, oxidado. No el de las palmeras y las mansiones de cine, sino el de los moteles polvorientos, las gasolineras de carretera donde se venden armas y alcohol barato. Hay una decadencia tranquila que impregna cada página. No es una decadencia ruidosa ni romántica: es la de la rutina, la del abandono, la de los días que pasan iguales hasta que alguien muere. En ese paisaje, los personajes se mueven como si cargaran el peso de años de derrotas. Y no necesitan decirlo. Lo sabes por cómo miran, por cómo empuñan el arma, por cómo no esperan nada de nadie.

La voz narrativa es sobria, eficaz, sin adornos. Jerónimo García Tomás no se recrea, no pierde tiempo en metáforas innecesarias. Pero cuando lanza una imagen, lo hace con una precisión demoledora. Hay frases que golpean como un puño, hay imágenes visuales, crudas, que se clavan porque no buscan adornar, sino mostrar.

Lo cinematográfico no está solo en el estilo. La estructura de la novela, el ritmo, la manera de encadenar escenas con precisión quirúrgica, remiten al mejor noir clásico. Uno puede imaginar cada capítulo como una secuencia filmada en 16 mm, con planos cortos, con ruido de fondo, con tensión en cada silencio. Hay un tono propio, una mirada autoral, un pulso narrativo firme que sabe cuándo acelerar, cuándo frenar, cuándo dejar que el lector complete lo que no se dice.

La violencia está presente, sí, pero no es gratuita. Es seca, realista, sin fuegos artificiales. Es brutal, pero no hay goce en esa brutalidad. La violencia, como todo en esta novela, está al servicio de la historia, no del espectáculo. Se mata porque se tiene que matar, no porque el lector espere sangre. Y eso se agradece.

Uno de los aspectos más interesantes es cómo la novela mantiene una tensión constante sin necesidad de grandes giros. Todo fluye con naturalidad, como una cadena de causas y efectos. No hay sorpresas artificiales, pero tampoco previsibilidad. Hay un trabajo estructural muy fino que se nota en el modo en que se dosifica la información, en cómo cada capítulo añade una capa más, en cómo se construye el clímax sin pirotecnia. El final no es complaciente ni tramposo. Es justo. Tiene la lógica interna del mundo que ha creado García Tomás: sin promesas, sin redención, sin moralina. Lo que hay es consecuencia.

Antes de abandonarlo todo no es una novela que busca emocionar, pero emociona. No porque te arrastre con sentimientos explícitos, sino porque te deja frente a una serie de personajes que han perdido hace tiempo la fe en algo mejor, y aún así siguen adelante. No hay monólogos interiores, ni confesiones lacrimógenas. Hay una tristeza sorda, un desasosiego que se insinúa en los gestos. Curt, por ejemplo, nunca dice que está cansado de vivir así. Pero lo sabemos. Lo leemos en la manera en que se detiene antes de coger el revólver, en cómo enciende el motor, en cómo no mira atrás.

Y quizá eso sea lo más difícil de conseguir en literatura: decir tanto sin decirlo. Jerónimo García Tomás logra que conozcamos a sus personajes no por lo que piensan, sino por lo que hacen. Nos obliga a observarlos con atención, a leer entre líneas, a interpretar sus actos. Y al final, eso nos involucra más que cualquier confesión.

Al cerrar el libro, me queda la sensación de haber leído una historia de verdad. Una historia sin artificios, sin dobleces, contada con pulso, con inteligencia y con una sobriedad que esconde mucha sensibilidad. No es una novela que te grite. Es una que susurra, que arrastra los pies, que fuma en silencio. Y ahí reside su poder.

Antes de abandonarlo todo no pretende ser revolucionaria. Pero en su modestia narrativa, en su precisión quirúrgica, en su atmósfera perfectamente construida, hay más literatura que en muchas novelas que aspiran a cambiarlo todo. Es una obra que respeta al lector, que confía en su inteligencia, y que deja una huella seca, oscura y persistente. Como la marca que deja el sol del desierto en el rostro de alguien que ha estado demasiado tiempo en la carretera.


Jose Núñez


Título: Antes de abandonarlo todo

Autor: Jerónimo García Tomás

Editorial: Vencejo Ediciones

Páginas: 294 

Fecha de publicación: noviembre 2024


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